Tuesday, September 25, 2007

Dios te libre Villa de San Ambrosio












Durante varios meses por razones laborales, estuve viajando constantemente a la ciudad de Linares. Me sirvió harto para conocer a nuestros vecinos, que se encuentran a sólo 50 km. Eso si que hay que cruzar los ríos Maule y Putagan para llegar.

Lo primero que me llama la atención es que en la rotonda de entrada a la ciudad se ve escrito con piedras pintadas blancas de forma muy artesanal “Bienvenido a la cuna de Valentín Letelier”, quien será este personaje me pregunto, me suena a folklorista, les pregunto a los linarenses y al comienzo nadie atina a darme una respuesta, ¿no será un héroe de la Independencia?, falso, ehhhmm, nadie tiene idea quien es este personaje hasta que un nativo de La Villa de San Ambrosio como originalmente se llamaba, me aclara la película: fue un intelectual del siglo XIX, rector de la Universidad de Chile y que ayudo a redactar una Constitución de Chile.

Antes de que alguien me aclare esa duda, ya me había encontrado con la placa de bronce en el muro de una casa de adobe indicando que ahí había nacido Carlo Ibáñez del Campo, 2 veces Presidente Chile.

La ciudad es una especie de isla formada por los ríos Putagán y Ancoa, y teniendo de espalda un gran murallón de montañas.

Otro fenómeno que me llamó la atención es el de la nube negra que siempre se posa en esta ciudad. Mientras salíamos tempranos por la mañana desde Talca en verano, con un sol ya parado y calentando, mientras más nos acercábamos a nuestro destino la nube negra atrapaba a Linares durante la mañana. Si era en otoño o primavera, la nube bajaba y se presentaba como niebla, durante el invierno se quedaba todo el día.
Como si estuviera maldita y no alcanzará a llegar el sol a estos lugares me craneaba, lo comentaba con los linarenses, y de repente alguien salto que si era verdad, la ciudad había sido maldita por un cura por eso Linares no surgía, decían.

Recorriendo la calle principal “Independencia” a un costado de la esquina nororiente, un día después de almorzar me pongo a mirar los libros usados puestos en la vereda que ofrecía un hombre de unos 50 años, flaco, barba canosa con pinta de hippie, porque siempre andaba de buzo y zapatillas deportivas, le pregunto por los libros, y después resulta una especie de conversación, el pregunta de donde era y que hacía, por que ya me había visto varias veces pasar y mirar sus libros, me explica que los libros son de su colección personal y que era escritor y poeta, me resuelve la interrogante de quien era Valentín Letelier ,le compro el tambor de hojalata de Günter Grass, hasta que me ofrece su libro de poesía, para que opinara de sus poemas, interesantes con harto de tierra, naturaleza y campo. Como era el último que tenía no se lo compre, eso si me ofreció otro, que mas bien era un cuadernillo “La maldición del cura Somoza y otros relatos”, me explica que lo de la maldición y el Linares antiguo, la existencia de un mercado La Recova y algunos detalles de la antigua iglesia, mas menos los escenarios donde se trama esta historia que cuenta la relación de un cura y los antiguos linarenses de principios del siglo XVIII.

Aquí les entrego unos fragmentos del cuento “La maldición del cura Somoza” de Manuel Antón, escritor linarense:

Malditos.

Maldigo a los que han llegado a la calumnia y a la mala fe.
Difamadores
Habrá miseria e infidelidad en sus hogares, reyerta en sus campos, y sangre en sus manos.

Malditos.

Seres crueles y sin entrañas.
Generación descarriada y perversa, os quemareis con vuestra lengua en el fuego eterno.

De las médulas de vuestros huesos sin sangre, saldrán los alaridos, y seréis despreciados por vuestra descendencia, que renegará de ustedes por los siglos de los siglos.

Malditos desnaturalizados, os corroerán en vida los gusanos, ni las mortajas retendrán la podredumbre escurridiza de vuestras carnes, y os revolcaréis por siempre en los vapores ponzoñosos del maligno.

Dios te libre, Villa de San Ambrosio

adopt your own virtual pet!